martes, 1 de abril de 2008

La educación y el futuro en Latinoamérica


Buenos Aires, 31/03/08- En la actualidad, para ingresar al mercado laboral la exigencia primordial es la obtención del título secundario o -en menor medida- del primario, que certifique la adquisición de habilidades pertinentes para el desarrollo de las capacidades laborales. En este sentido, la deserción escolar forma una parte esencial en el progreso humano, individual y social de toda la población en cuanto al mejoramiento en la calidad de vida dentro del sistema que rige. Según un estudio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), se necesita un mínimo de doce años de escolarización para mejorar las posibilidades de recibir un ingreso que permita “salir” de la pobreza.

En Latinoamérica permanecen importantes deficiencias en materia educacional, pues una proporción muy elevada de chicos abandonan tempranamente el sistema escolar y un alto porcentaje de adolescentes dejan el ciclo básico antes de completarlo. Según datos de la División de Desarrollo Social de la CEPAL, al iniciarse el siglo XXI, en América Latina nueve de cada diez chicos tienen acceso a la educación primaria. A pesar de ello, los avances registrados en cuanto a acceso a la educación primaria y en menor medida respecto a la secundaria, se observan tasas de deserción temprana muy elevadas. En datos, esta problemática se divide en tres conjuntos de países con diferentes porcentajes de abandono en determinadas etapas de escolaridad. En el caso de Bolivia, Brasil, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Venezuela entre el 40 y más del 70 por ciento los chicos dejan de asistir a la escuela antes de completar el ciclo primario. En Chile, Colombia, México, Panamá, Perú y Uruguay entre el 50 y el 60 por ciento del abandono escolar se produce en el transcurso de la secundaria. Y por último, en Argentina, Costa Rica, Honduras y Paraguay, más de la mitad y hasta el 60 por ciento de los que abandonan la escuela lo hacen al finalizar el primer ciclo, según cifras de la CEPAL.

Los factores que determinan la deserción escolar pueden dividirse en dos problemáticas. Por un lado, las que hacen referencia a las condiciones socio económicas y, por el otro, las que se encuentran asociadas a las insuficiencias del sistema educativo.

Múltiples agentes

En la primera de ellas se aglomeran múltiples agentes, donde influyen tanto los niveles de pobreza y exclusión social, como el contexto familiar en la que se encuentra el niño o adolescente. Puesto que desde el ceno familiar se crean las condiciones propicias para la educación, en un ambiente familiar adverso en donde el desamparo y el poco interés por el trabajo formativo desplegado desde la escuela facilitan, directa o indirectamente, el retiro temprano de la institución. La educación que es proporcionada por parte de los Estados y que, en muchos casos se encuentra contemplada en los marcos legales de manera obligatoria y gratuita, representa un esfuerzo económico para todo el núcleo familiar. La compra de útiles escolares, la inversión en tiempo y dedicación que demanda la escolaridad de los chicos y jóvenes es uno de los impedimentos mas relevantes, incluso cuando no se trate únicamente del costo de oportunidad, que supone emplear ese tiempo en educarse frente a la posibilidad de realizar un trabajo doméstico o remunerado. En lo que respecta a las insuficiencias del sistema educativos, los países de América Latina comparten deficiencias en la retención tanto a nivel primario como secundario. Pese a los esfuerzos realizados en la universalización de la educación, la expansión de la matrícula en el ciclo secundario, el abandono anticipado continúa siendo un problema prioritario en materia educativa. La deserción escolar implica consecuencias tanto a nivel individual como social.

En lo que respecta a la orbita social, se destaca una menor “calificación” y “competencia” en la población económicamente activa para trabajar, tomado desde el punto de vista de los empleadores. Además, representa un costo para los Estados que deben invertir mayores gastos en programas sociales y de transferencia a los sectores que no logran generar recursos propios. Los costos privados hacen referencia a la cantidad de ingresos que no se obtendrán durante la vida activa de los jóvenes que han abandonado tempranamente sus estudios. En este sentido es importante recalcar la pérdida de ingresos laborales que se produce al no completar con los ciclos primarios y secundarios.

Producción de desigualdades

Como resultado, la deserción escolar en ambos ciclos conlleva a la reproducción intergeneracional de las desigualdades sociales y de la pobreza. Porque, además, es fundamental tener en cuenta que la escuela actúa como un sistema de formación, de adiestramiento, de disciplina en cuanto a su acción sociabilizadora y reproducción de las normas sociales. Las oportunidades de acceder a mejores trabajos que brindan años adicionales de educación, se traduce en superiores condiciones laborales y consecuentemente de una mejora en la calidad de vida, especialmente para quienes logran completar el ciclo secundario y pueden continuar sus estudios, así como en menores pérdidas salariales al obtener los nuevos empleos. Bernardo Kliksberg, asesor principal del programa de la ONU para el desarrollo afirma: “La desocupación juvenil en América Latina es el doble que la general: 8,5 contra 20 por ciento. De cada 10 jóvenes, sólo 4 terminan la secundaria. Y hoy, sin secundaria, no hay posibilidad de entrar al mercado laboral, incluso para trabajos no calificados” Por lo que el título del secundario completo es fundamental para conseguir un trabajo formal y remunerado.

Virtual condena

“Un chico que nace en una villa, en una favela, en un pueblo joven de Perú, está virtualmente condenado si no hay políticas públicas agresivas que lo saquen de esa trampa. No va a terminar la primaria, no va a conseguir un empleo estable y va a sobrevivir toda la vida haciendo changuitas”, sostuvo Kliksberg, ante la situación de familias con escasos recursos para enviar los chicos a la escuela. Además, agregó que “en América Latina hay un 25 por ciento de jóvenes que está fuera del mercado de trabajo y del sistema educativo, totalmente excluidos. Son más de 50 millones”. En definitiva, en los tiempos que corren, la pobreza, la escasa posibilidad de terminar con los estudios, ya sea primario o secundario, acaba siendo parte de un círculo que genera aun más exclusión. Mientras no se generen concretas y verdaderas propuesta por parte de los Estados para generar políticas que integren y retengan en el sistema educativo “obligatorio y gratuito” a chicos y adolescentes, sólo quedará esperar el mismo futuro para los hijos de los que día a día se encuentran excluidos, hasta de conseguir un trabajo digno y buen remunerado. (Por Jesica Salvatierra/APM)
Fuente:www.glocalia.com

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