lunes, 26 de noviembre de 2007

La educación sí sirve para la vida

Marco Arauz Ortega
La afirmación de que la educación puede ser un factor retardatario antes que un factor de avance social, causa desasosiego por su crudeza. Si bien el ideal es educar para la vida, para el trabajo creativo, para el fortalecimiento del tejido social, lo que sucede en sociedades como la nuestra es que se educa para la competencia improductiva en función de la ley del menor esfuerzo y del predominio de una mentalidad servilista.
La lucha de una sociedad debiera ser la lucha por la igualdad de oportunidades. La educación y la salud son los típicos campos en los cuales se deben hacer todos los esfuerzos para asegurar el acceso de las mayorías. Pero si bien es frustrante constatar que ese ideal no se cumple, igual o más frustrante es constatar que quienes sí tienen acceso a la escolaridad, pública o privada, no reciben una educación útil y de calidad.
Calidad, por supuesto, no es el acceso a recursos de última generación, y ni siquiera a infraestructura de primera línea, con todo lo importantes que resultan esos dos factores para asegurar buenos resultados. La calidad se mide en el aprovechamiento de los beneficios de la llamada sociedad del conocimiento para la formación de ciudadanos éticos, productivos, capaces de desarrollar pensamiento crítico y de usar su inteligencia para resolver sus circunstancias vitales.
Pero nuestro sistema, salvo excepciones, sigue privilegiando la enseñanza en función de la fragmentación de la realidad y el memorismo; premia los resultados y no los procesos: no importa copiar en los exámenes, sino no ser hallado en falta; premia el perfeccionismo aun cuando no importa que las tareas no las haga el propio alumno, lo cual tiene como única ventaja que los padres de familia cumplan ahora las tareas que no hicieron cuando eran estudiantes…
Está bien que se midan las destrezas en matemáticas o en lenguaje, en búsqueda de calidad. Y está muy bien que el Gobierno amplíe la cobertura con el mejoramiento de la infraestructura educativa, con el incentivo a la escolarización pública, con más partidas para docentes y con un plan de evaluación permanente, pero eso, con ser bastante, no es suficiente para poner al sistema educativo al servicio de la vida.
En el artículo anterior, sostuve que el Gobierno dará un gran paso si logra despolitizar a la educación, si deja de culpar a la educación privada como la causante de los males de un sistema que el Estado no pudo sostener, pero sobre todo si realmente da un vuelco de enfoque; es decir, si logra definir las metas del país y en función de ellas establece qué tipo de educación necesitamos.
No deja de ser preocupante que el Ministerio de Educación haya tomado decisiones importantes y solo después busque el apoyo de los ex ministros, cuando lo que se debiera hacer, como se hace en países que han convertido a la educación en herramienta de transformación, es poner a trabajar a los cerebros más lúcidos para promover un consenso sobre hacia dónde debe ir el Ecuador en los próximos decenios, y entonces establecer los grandes objetivos educativos. El Gobierno debe aprovechar la oportunidad única que tiene en sus manos para convertir a la educación en un verdadero factor de cambio.
Fuente: www.elcomercio.com

lunes, 12 de noviembre de 2007

Lactancia aumentaría inteligencia de bebés


Chicago, EEUU, Nov (AFP)
Científicos identificaron un gen que lleva a los niños a tener un mejor coeficiente intelectual si son amamantados, según un estudio divulgado y que muestra que el desarrollo intelectual es influenciado tanto por factores genéticos como ambientales.
Los investigadores estudiaron a más de 3.000 niños alimentados a pecho en Gran Bretaña y Nueva Zelanda y hallaron que el coeficiente intelectual de los niños era 6,8 puntos superior, en promedio, si el niño tenía una versión particular de un gen denominado FADS2.
Esta diferencia se mantuvo luego que los investigadores descartaran la influencia del nivel socieconómico, el coeficiente intelectual de la madre, el peso al nacer y la edad gestacional como otros factores de incidencia.
"Durante al menos un siglo, la discusión sobre la inteligencia se ha centrado en lo innato y lo adquirido. Hemos descubierto que innato y adquirido funcionan en conjunto", indicó Terrie Moffitt, profesor de psicología y ciencias del cerebro de la Universidad Duke y el King's College de Londres, y coautor del estudio divulgado por Proceedings of theNational Academy of Sciences (PNAS). El 90% de los niños tenía al menos una copia de esa versión del gen, que producía un coeficiente intelectual (IQ) mayor si habían sido alimentados a pecho.
Los índices de inteligencia del 10% restante no resultaron influidos por el amamantamiento, según el estudio.
El gen fue estudiado porque produce una enzima encontrada en la leche materna, que ha sido asociada a niveles más altos de IQ. La enzima ayuda a convertir ácidos grasos en ácidos grasos poliinsaturados, que se ha demostrado se acumulan en el cerebro humano en los primeros meses después del nacimiento.
Esta enzima y los ácidos grasos han sido añadidos a muchas fórmulas de alimentación infantiles desde los primeros descubrimientos sobre la lactancia y la inteligencia,hace una década, pero las pruebas todavía no han podido demostrar si tienen o no impacto.
Los autores sugieren que tal vez sea porque esos estudios no tomaban en cuenta si este gen estaba presente en el niño.