sábado, 26 de septiembre de 2009

DOCENCIA UNIVERSITARIA Y FORMACIÓN PARTICIPATIVA

Santiago Quintero.

La Educación, en un contexto universal, progresivamente se orienta a la compilación de una serie de estrategias destinadas a la asimilación del crecientemente exponencial conocimiento no formal. Dentro de esas estrategias, la educación a distancia y el llamado servicio comunitario, se han convertido en escenarios para la Educación que trascienden el aula, ocupando locaciones psicosociales de alta complejidad, impensables para aquellos que soñaban con la escolaridad inmutable.

Pero ambos escenarios de actuación, encuentran un referente común en la planificación de estrategias didácticas de aula, destinadas a promover la interacción académica entre docente y estudiante ¿Que elementos de comunicación se han de diseñar para mejorar la formación participativa?

La formación participativa debe orientarse hacia la formación activa, aquella en la cual el estudiante no solo participa ante un temario preestablecido, con unas preguntas previamente formuladas o con un guión de clase ya elaborado. A través de la activación, el estudiante deja de ser receptor de contenidos para convertirse en emisor de ellos. Es clave para mejorar el flujo de información en el aula, que el estudiante logre hacer las veces de emisor tantas veces como lo permita la administración de la cátedra al momento de discutir sobre un contenido determinado. Es conocido que la didáctica es mas efectiva cuando permitimos que aparezca en clase el discurso del estudiante, el cual mejora mucho de calidad cuando es capaz de formular preguntas relacionadas al tema. Por ello es importante sugerir lecturas preliminares que puedan ser discutidas, para aumentar el bagaje temático que permita enriquecer la discusión. Así como también programar exposiciones de los alumnos orientadas por la apertura, el cierre y los comentarios del docente para capitalizar en términos del mejor aprendizaje lo que ocurre en clase, utilizando en el mejor sentido el talento expositivo de algunos y ayudando a los menos elocuentes a superar sus limitaciones expresivas, alentándolos en su esfuerzo. El Profesor debe estar consciente que se halla experimentando un proceso de enseñanza aprendizaje en donde se encuentra involucrado directamente. Por lo tanto, debe suministrar su pasión al contenido, buscando replicar en las geografías emocionales de sus alumnos, la atención que se requiere para hacer florecer el espíritu de la clase.

En el medio docente, el profesor animador es el que logra mejorar visiblemente la calidad de su clase .En ese sentido, en medio de la exposición, el profesor puede y debe romper la monotonía de un discurso que puede ser muy bueno pero que “duerme” a los sentidos. Puede establecer una competencia de “mente despierta” ante sus alumnos, quienes deben responder rápidamente, con respuestas cortas, a preguntas que el profesor establezca .En tanto exista mayor rapidez en el planteamiento de una solución problemática, mas veloz discurre la clase dentro de una dinámica parecida a una sesión de gimnasia rápida. León Felipe, intelectual español y catedrático universitario, decía que no estaba interesado en los “scholars”, sino que antes bien, le trajeran a los “atletas”. Y los atletas del aprendizaje, son tanto docentes como alumnos, que puedan compartir una ágil dinámica de clase, donde el estudiante no mire el reloj porque le parece un evento extraordinario su clase y donde el profesor no se canse de hacer gimnasia intelectual.

Igualmente, pensamos que hay que romper la dimensión espacio-tiempo para lograr un mayor interés sensorial para la clase. Presentaciones con animaciones, pantallas coloridas en exposiciones, música ambiente adecuada a ciertos contenidos, incluso la exploración emocional mediante experiencias líbicas de reflexión, técnicas anti stress, técnicas de respiración para la relajación y concentración, son elementos que no deben faltar en el aula de hoy.

Pero quizás, excediéndonos a la limitación que la propia pregunta establece, lo que no ocurre en el aula quizás sea la experiencia más maravillosa para revalorizar lo que ocurre dentro de ella. Es necesario abrir el aula al exterior. Es necesario en oportunidades, dar una clase en medio de un jardín o un paseo. El gran éxito de filósofos como Platón, Sócrates, Aristóteles consistía en la experiencia peripatética con sus alumnos. Allí, fuera del aula y en convivencia con la naturaleza, el ser humano expone la totalidad de sus herramientas para el aprendizaje porque al caminar al lado de un interlocutor se ve estimulado a conversar con él. Y es precisamente la conversación, la herramienta fundamental para la transferencia de información, porque en movimiento es como el conocimiento mejor se expresa. Y es la conversación dialógica Profesor –Alumno, Alumno-Profesor, el medio que activa la Mayéutica, estado del discurso del conocimiento expuesto e interpretado donde surge, crece y fortalece, la relación Maestro-Discípulo, sublimación trascendente de la básica Alumno-Profesor, donde realmente se crea conocimiento innovador porque en tal escenario las ideas llegan a convertirse en palabras con su brillo original y genuino.

Por ejemplo, La gran física cuántica de la Universidad de Göttingen en Alemania, no surgió en las aulas o en los laboratorios con Max Planck, sino en sus paseos por los jardines del Campus, donde el alumno Niels Bohr pudo acceder al Profesor Planck en medio de una dialéctica científica que permitió una nueva perspectiva cognitiva al conocimiento. Si queremos encontrar un Bohr entre nuestros alumnos, es muy probable que no lo encontremos en el aula, donde quizás no se exprese, sino en el jardín, donde libre de muros quizás tenga el espacio para mirarse asimismo dentro del universo y expresar el conocimiento que la introspección haya cultivado en él.

santiagoquintero@gmail.com

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